lunes, 27 de diciembre de 2010

Regalo

Bueno dada la época navideña y regalona en la que estamos, dejo a mis lectores (lectores??? a algún confundido que haya llegado acá por accidente, si es que hay alguno...) un regalito: este es mi cuento favorito, y el motivo de mi nombre de usuario.
Fue escrito por ray Bradbury.

La niña que iluminó la noche (cuento para leerse en voz alta)

Había una vez un muchachito a quien no le gustaba la Noche.
Le gustaban
linternas y lámparas
y
antorchas y alumbrados
y
faros y faroles
y
velas y velones
y relumbrones y relámpagos.
Pero no le gustaba la noche.

Se lo veía en
salones y sótanos
y despensas y desvanes
y
alcobas y alacenas
y
escurriéndose por los corredores.
Pero nunca se lo veía afuera…
en la Noche.

No le gustaban para nada las llaves de luz.
Porque las llaves de luz apagaban
las lámparas amarillas
las lámparas verdes
las lámparas blancas
las lámparas del vestíbulo
las luces de la casa
las luces de todas las habitaciones.
Él nunca tocaba las llaves de luz.
Y jamás salía a jugar
en la oscuridad.

Siempre estaba muy solo.
Y muy triste.
Pues veía, desde su ventana,
a los otros chicos jugando sobre el césped
en las noches de verano.
Los veía corriendo felices allá afuera
de la oscuridad a la luz.

Pero nuestro muchachito ¿dónde estaba?
Arriba en su cuarto.
Con sus linternas y lámparas
y faroles
y candeleros y candelas.
Completamente solo.

A él únicamente le gustaba el sol.
El amarillo sol.
A él no le gustaba la Noche.

Cuando llegaba el momento
en que papá y mamá recorrían la casa
apagando todas las luces…
Una a una.
Una a una.
Las luces de la entrada
las luces del salón
las pálidas luces
las rosadas luces
las luces del a despensa
las luces de la escalera…
Entonces el muchachito se metía en su cama.

Tarde en la noche
el niño desdichado
tenía en el pueblo
el único cuarto iluminado.

Y una noche,
mientras papá estaba de viaje
y mamá se acostó temprano,
el muchachito empezó a vagar solo,
completamente solo por la casa.

¡Ah, cómo ardían las luces!
¡Las luces de la entrada
las luces del vestíbulo
las luces de la despensa
las pálidas luces
las rosadas luces
las luces del salón
las luces de la cocina!
¡Hasta las luces del desván!

¡Toda la casa parecía haberse incendiado!
Pero el muchachito todavía estaba solo.
Entretanto los otros chicos,
allá lejos
jugaban sobre los prados en la noche de verano.
Riendo.
Muy lejos.

¡De repente escuchó
un golpe en la ventana!
Algo oscuro estaba ahí.
Un golpe en la puerta de entrada.
¡Algo oscuro estaba ahí!
Un golpe en la puerta trasera.
¡Algo oscuro estaba ahí!

De pronto alguien dijo: -¡Hola!
Una niña estaba ahí en medio de
las luces blancas, de las brillantes luces,
de las amarillas luces, de las luces de maravillas.






- Me llamo Negra –dijo.
Ella tenía el pelo negro
los ojos negros
y llevaba un vestido negro
y zapatos negros.
Pero su rostro era tan blanco como la luna.
Y sus ojos brillaban
como la luz de las blancas estrellas.

-Estás muy solo –dijo ella.

-Me gustaría correr con los chicos afuera –dijo el muchachito-. Pero no me gusta la Noche.

-Yo te presentaré a la Noche –dijo Negra-.
Y ustedes serán amigos.
Ella apagó la luz de la entrada.
-Ves –le dijo-. No estoy apagando la luz.
¡No, de ningún modo!
Simplemente estoy encendiendo la Noche.
Se la puede encender o apagar
igual que una lámpara
con la misma llave de luz.

-Nunca se me había ocurrido eso –dijo el muchachito.

-Y cuando se enciende la Noche –dijo Negra-,
por supuesto que también se encienden los grillos…

¡Y las ranas!
¡Y las estrellas!
¡Las luminosas estrellas
las estrellas titilantes
las verdaderas estrellas
las estrellas azules!
¡El cielo es una casa
con sus luces de entrada
y luces en el salón
luces rosadas y pálidas luces
luces rojas
verdes luces
luces azules
amarillas luces
resplandores
todas las luces!

¿Quién puede escuchar a los grillos con las luces encendidas?
Nadie.
¿Quién puede escuchar a las ranas con las luces encendidas?
Nadie.
¿Quién puede ver las estrellas con las luces encendidas?
Nadie.
¿Quién puede ver la luna con las luces encendidas?
Nadie.

¡Fijate cuánto has perdido!

¿Pensaste alguna vez
alumbrar los grillos,
alumbrar las ranas,
alumbrar las estrellas
y la gran luna blanca?

-No –dijo el muchachito.
-Entonces, trata de hacerlo –dijo Negra.
Y ellos lo hicieron.
Subieron y bajaron las escaleras,
encendiendo la Noche.
Encendiendo la oscuridad,
dejando que la Noche viviera en cada habitación.
Como una rana.
O un grillo.
O una estrella.
O una luna.

Y ellos encendieron los grillos.
Y ellos encendieron las ranas.
Y ellos encendieron la blanca luna semejante a un helado.
-¡Oh, cómo me gusta esto! –dijo el muchachito-.
¿Puedo encender siempre la Noche?
-¡Por supuesto! –dijo Negra, la niñita.
Y desapareció.

Ahora el muchachito es muy feliz.
Le gusta la Noche.
¡Tiene una Noche encendida en lugar de una luz encendida!
Le gusta encenderla.
Ha tirado sus linternas
sus lámparas
sus velas
sus velones.
En cualquier noche de verano que quieras,
podrás verlo.

Encendiendo la blanca luna,
encendiendo las rojas estrellas,
encendiendo las azules estrellas,
las verdes estrellas, las luminosas estrellas,
las blancas estrellas,
encendiendo las ranas, los grillos y la Noche.

Y corriendo en la oscuridad
sobre los prados
con los chicos felices…
Riendo.

7 comentarios:

  1. No sabía que Ray Bradbury había escrito cuentos infantiles. Es muy hermoso.
    Gracias por el regalo y Felicidades!

    ResponderEliminar
  2. Oh! Un lector!
    No sé si escribió cuentos en plural, yo conozco este solo. Qué bueno que te haya gustado; feliz pandulce, próspero pionono, y esas cosas!

    ResponderEliminar
  3. Yo diría; Feliz Tinto malbec y próspero Chandón (que choborra, jaja)

    ResponderEliminar
  4. Entonces, se nota que lo que a mí me gusta es comer a lo cerdo, no?

    ResponderEliminar
  5. Muy lindo cuento che! Aunque largo para un blog. A mí no sé si me gusta comer a lo cerdo, pero sí que en navidad comí cerdo frío (una barbaridát de rico).
    Igual yo también escribo "enlargo". Ejemplo:
    http://artefilosofiaymedios.blogspot.com/2010/04/nosotros-y-los-otros-inseguridad-y.html

    Encima no me leo ni yo jaja. Tendría que cerrar el blog.

    ResponderEliminar
  6. Yo tampoco tengo lectores! Empecé el blog para poder seguir otros con más comodidad, y si posteo algo cada tanto es para jorobar.
    Una cosita, el que escribe largo es Ray Bradbury, el cuento es de él, además, como no tengo lectores nadie se va a ofender. Y en algún momento tenía que postearlo, para que se entienda de dónde saqué el seudónimo.

    ResponderEliminar
  7. Jaja sí, ya sé. El autor de Fahrenheit 451 (la temperatura a la que arden los brolis). Aunque en rigor no leí el libro.. sí recuerdo "Fahrenheit 9/11" de Michael Moore, gordito que me cae muy bien.
    Acá de te dejo un post por si querés discutir (tema por demás arduo).

    http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com/2011/01/amor-y-sociedad-de-consumo.html

    ResponderEliminar