Hoy voy a dedicar el posteo a una especie que encuentro particularmente insufrible: los comentaristas de tránsito. Y no me refuiero a los taxistas, que al fin y al cabo trabajan manejando y se entiende que le den importancia a esas cosas. Me refiero a los amigos/conocidos/familiares que, cuando conducen, no pueden hablar de otra cosa que no sean los conductores con los que comparten la calle, cómo se les cruzaron, cómo frenaron, cómo doblaron. Son totalmente impermeables a cualquier tipo de conversación que uno quiera entablar con ellos, y por si eso fuera poco, te hablan como si su monólogo sobre el comportamiento del conductor ajeno fuera una cosa interesantísima.
Cunado se comparte un viaje con uno de estos especímenes, el diálogo se sucede más o menos del siguiente modo.
Acompañante incauto (AI): -No sabés lo que me pasó! Mi novio quiere cancelar la boda. Dice que ya no está tan seguro de lo que le pasa conmig...
Comentarista de tránsito (CT): -Pero vos viste cómo se me cruzó este! Y ni siquiera puso el guiño, pero qué (sarta de insultos de menor o mayor calibre según la personalidad del comentarista).
AI: -Bueno. Te decía, la verdad que estoy re mal, porque yo sí estoy segura de lo que siento y él...
CT: -Tengo que seguir una más y dar la vuelta, porque ésta es contramano.
AI: -...él me dice que ya no sabe si quiere estar conmigo o...
CT: -Y ésta también es contramano! No puede ser, quién diseñó las calles en esta ciudad!
AI: -... o... o si se quiere separar, a vos te parece, después de tantos años juntos, yo la verdad que estoy para la...
CT: -Y ésta es mano pero está cortada. Y encima el energúmeno de adelante que viene a dos por hora!
AI: -Estoy re mal, siento como que no lo conozco, que es otr...
RUMMM!!!! (ruido de acelerada brutal ni bien el conductor que iba delante le deja espacio para pasar).
Lo más curioso es que estas personas no siempre son obsesivos irracionales en todos los órdenes de su vida, de hecho, muchos son sujetos amables e ingeniosos que sólo se convierten en monstruos monotemáticos cuando están volante.
Una versión especialmente pesada del comentarista de tránsito es el que no sólo comenta, sino que grita consejos y/o improperios a los otros conductores (del orden de “Dale, pasá nomás”, “Decidite, doblás acá o seguís?", etcétera) como si estos pudieran escucharlo.
Y lo peor, pero realmente lo peor que puede pasar, es viajar con un comentarista de tránsito al volante, y un pasajero que también lo es. Ahí el viaje se transforma en una retahíla interminable de "Pero mirá cómo me pasó?", "Nooo, qué animal", "Este en un rato se pega un palo", "Mirá, y ahora frena!". En ese caso, sólo queda apretar los dientes y desear que el viaje termine lo antes posible.