Como ya he mencionado en algún momento, yo acostumbro ir a trabajar en bicicleta. Para eso, tengo que atravesar, todos los días, la subida a una autopista cuyo cruce me recuerda a los documentales sobre la vida en la selva, la ley del más fuerte, y todo eso. Es increíble la desesperación de los conductores por ganar la autopista, por pasar primero. Parece que la vida les fuera en ello. Eso hace que los peatones y ciclistas que queremos cruzar debamos esperar largos, larguísimos minutos, por una pausa en la fila de autos casi sin solución de continuidad.
Sin embargo hoy, un colectivo 60 que se dirigía a la subida, al verme esperando para cruzar, aminoró la marcha y... ¡me dejó pasar! Eso nunca, nunca, NUNCA pasa. Nadie deja pasar a nadie en ese cruce, y menos un colectivero a un ciclista (¿acaso fuera un colectivero macrista que hoy se sentía particularmente feliz?).
Y ahora, como es casi obligatorio decir algo sobre las elecciones, un comentario con la profundidad de análisis político que caracteriza a este blog:
Hace unos meses, en un post de esta misma sección, comenté un "pequeño milagro" consistente en la realización de una rampa que yo deseaba en cierta esquina, y dije que seguramente, si había pasado algo tan bueno era porque algo terrible estaba por suceder. Una comentarista dijo que probablemente sucedería que Macri fuera reelecto en su cargo. Pues me voy a quejar a la Fiscalía del Universo, por la absoluta falta de proporcionalidad entre beneficio y perjuicio. Si ahora un colectivero me cedió el paso, ¿qué se viene, una guerra civil?
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